Las bibliotecas como infomediarias en el ecosistema de datos abiertos
Las bibliotecas tienen la oportunidad de ser un actor fundamental en el ecosistema de datos abiertos convirtiéndose en infomediarias cívicas.
La puesta a disposición de una gran cantidad de datos por parte de las administraciones no necesariamente asegura su uso y reutilización. Se tienen que dar ciertas condiciones para poder aprovechar el potencial de dicho insumo. Una de ellas está dada en la necesidad de contar con conocimientos en estadísticas, computación y diseño. Es evidente que la mayoría de la ciudadanía no se encuentra en una situación de igualdad frente al desafío que plantea este nuevo modelo donde la accesibilidad y apertura son aspectos claves. Hay evidencias concretas sobre la baja usabilidad de los datos abiertos por la dificultad que representa ubicarlos, descargarlos y darles un significado. Aquí es donde el sector infomediario se posiciona y cobra sentido. Así el agente intermediario (humanos o no) es quien acorta la distancia entre los proveedores de datos abiertos y los usuarios finales y ofrece servicios, portales o plataformas.
Al sector infomediario se los puede definir como "conjunto de empresas que generan productos y/o servicios para su comercialización a terceros, a partir de la información del sector público". Esto incluye a empresas que se crearon con esta finalidad como así también a aquellas que poseen un área y/o departamento específico dedicado a esta esfera (Ferrer Sapena, 2017). Entre los tipos de infomediarios se encuentran los que provienen del gobierno, del sector privado, de las organizaciones no gubernamentales, de la academia y finalmente de los medios (Johnson y Greene citado por Villegas Tovar y Marcos Recio, 2019).
Hay que considerar que la mayoría de los miembros de la comunidad no cuentan con las habilidades para explotar el valor de los datos que se encuentran disponibles en los denominados catálogos de datos abiertos. Ese rol de facilitador que ofrece el sector infomediario implica, muchas veces, un costo monetario que tiene que afrontar la persona interesada. Esta situación contradice en parte la propia esencia del paradigma de gobierno abierto y del movimiento open data que promueve que el público pueda reutilizarlos sin necesidad de un tercero. Para superar las limitaciones que encuentra la ciudadanía en el ecosistema de datos abiertos se propone que la biblioteca se convierta en infomediaria.
Algunos autores postulan a las bibliotecas públicas como un agente natural de intermediación entre el usuario y el dato debido a su capacidad probada para gestionar colecciones y ofrecer servicios de información. Otras fortalezas que presentan estas instituciones culturales están dadas por su capacidad para la organización, preservación y difusión de materiales documentales que se deberían llevar a un nuevo nivel en este contexto. Los datos requieren que esas habilidades se extiendan al ámbito de lo digital, seleccionando y preservando estos datasets bajo principios de curaduría de datos. A su vez, la oferta de servicios de información se debe sustentar en nuevas habilidades de acceso, de mediación crítica, interpretación, manipulación, abstracción, manejo, presentación y uso ético de los mismos.
Autores como Pamela Robinson y Lisa Ward Mather (2017) van un paso más allá y postulan a la biblioteca pública como "infomediaria cívica" que implica “ayudar a que la información y los datos sean accesibles y comprensibles para que los ciudadanos puedan hacer un mejor uso de ellos en busca del bien público”. Justamente, se trata de potenciar la vinculación del público con los datos, tema que incumbe a los/as bibliotecarios/as que quieran ser parte fundamental del paradigma de gobierno abierto.
En coincidencia con Pamela Robinson y Lisa Ward Mather, las bibliotecas deberían posicionarse en el ecosistema de datos abiertos como infomediarias cívicas porque cuentan con reconocimiento social; trayectoria probada en programas de alfabetización informacional y también en data literacy; conocimientos sobre gestión, curación y preservación de la información; capacidad de adaptación frente a las necesidades cambiantes del entorno; son espacios abiertos, democráticos e inclusivos con un fuerte compromiso para la reducción de la brecha digital.
Por último, otro desafío que surge en el ámbito bibliotecario está dado en establecer vínculos más fuertes con los responsables de impulsar las políticas de apertura de datos a nivel nacional, local o provincial para visibilizar los aportes que pueden realizar en las iniciativas existentes, así como también convertirse en promotoras de eventos donde la participación ciudadana y la innovación abierta son claves para co-crear productos y/o servicios con valor agregado.
Hacer valer nuestro rol en el ecosistema de datos abiertos implica una verdadera oportunidad profesional.
Bibliografía consultada
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